Jongin salía de la
ducha solamente con una toalla agarrada
por la cintura, cada mañana era lo mismo y Kyungsoo estaba allí para
presenciarlo. Su torso desnudo, las gotas de agua que caían de su cabello hasta
sus hombros y ese peculiar olor a fresas de su champú, porque aunque no lo
pareciera, al más pequeño de ambos le gustaba ese tipo de cosas. Pero lo que no
sabía Jongin era que su compañero de habitación estaba locamente enamorado de
él. Que siempre se duchara el moreno primero no era coincidencia, Kyungsoo era
listo y le cedía la ducha antes, para después poder observar al menos salir de
ella. Todo su cuerpo bien tonificado y digno de un dios griego no era solamente
para que el mayor lo mirase centímetro por centímetro, no podía conformarse con
eso, le causaba una sobrenatural atracción sexual, tanta que no se veía capaz
ni de aguantar su propio cuerpo. Así era como cada noche Kyungsoo esperaba a
que Jongin se durmiera y entrara en el sueño de Morfeo para acabar con esa gran
frustración. Debajo de las sábanas se encontraba el problema, un gran bulto
sobresalía de los pantalones de su pijama, algo que no podía evitar cuando
pensaba en el cuerpo del moreno. Necesitaba desahogarse y esa era la única
forma factible. Llevó su mano derecha a acariciarse la entrepierna por encima
de la fina tela, de vez en cuando mirando de reojo al más alto que, tal y como
esperaba, seguía durmiendo. Adentró su mano entre el pantalón y la ropa
interior empezando a notar que iba a explotar de excitación en un momento u
otro. Sin darse cuenta ya estaba desnudo de cintura para abajo, y su mano no
tenía control alguno, agarró su miembro empezando a moverlo con suavidad,
separando sus labios para coger aire y cerrando los ojos con fuerza. Deseaba
que quién le hiciera gritar de satisfacción fuera Jongin, solamente él, no
quería a nadie más. El ritmo del vaivén ya alcanzaba su máxima velocidad.
Intentaba no hacer ningún ruido para no despertarlo, pero sin darse cuenta ya
estaba jadeando y soltando algún que otro gemido poco audible. Cada ruidito que
salía por la boca de Kyungsoo tenía el nombre de Jongin… Cada movimiento sobre
su hombría, era por el perfecto cuerpo de Jongin… Cada lágrima derramada por
placer era por… “A-ah…” gimió Kyungsoo.
Acababa de llegar al
límite manchando su mano y parte de las sábanas, todo por culpa de su
compañero. Miró hacia la cama del menor, seguía durmiendo. Como cada noche.
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