El agua caía por todo su cuerpo. Unas grandes orejas
que sobresalían podían verse entre la puerta del baño y la pared. Chanyeol lo
observaba como si su cuerpo fuera una entrada al paraíso. Movimiento arriba,
movimiento abajo. Sus pupilas se dilataban cada vez que espiaba a Baekhyun
cuando se duchaba. Deseaba tocarlo, deseaba que esa delicada mano fuera la
suya. El mayor lo sabía, sabía que siempre tendría unos ojos deseosos que lo
miraban con lujuria por detrás de la puerta del baño. Y aún así lo hacía, a
propósito. “¡Me voy a duchar!” gritaba por toda la casa, sabía que así el radar
de Chanyeol se encendía para seguirlo sigilosamente hacía el baño y quedarse
día tras día acostumbrándose con solamente mirarlo. Ya era rutina, la rutina de ambos. Algo que
sólo ellos dos sabían, pero a la vez no. Baekhyun no estaba al alcance de
Chanyeol, o al menos eso pensaba él. Por eso el más pequeño sólo se conformaba
con disfrutar de las vistas.
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