sábado, 12 de octubre de 2013

Rosas marchitas.

Eran día y noche las veces en las que Chanyeol pensaba en Sehun. El menor sólo se dedicaba a agradecer cada una de las palabras de aprecio que se atrevía a decirle. “Me gustas”, “Te quiero” ,“No pienso en nadie más que en ti”. Suponía que era sólo por la íntima amistad que tenían, que lo quería como a su hermano pequeño, como a su mejor amigo. El corazón de Chanyeol decía lo contrario. Prefería no decirlo, no entrometerse en la vida de su dongsaeg. Sehun ya tenía a Luhan, a su novio, a la persona a la que amaba, el que impedía a Chanyeol ser feliz por completo. El tiempo pasaba, después de luchar con toda su voluntad, Chanyeol se rindió. Se distanciaba poco a poco. Desapareció. El único recuerdo que Sehun tuvo de su hyung fue un mísero papel en el cuál había escrito: “Te amo Sehunnie, espero poder enamorarte en mi siguiente vida.”

jueves, 3 de octubre de 2013

Gota a gota.

El agua caía por todo su cuerpo. Unas grandes orejas que sobresalían podían verse entre la puerta del baño y la pared. Chanyeol lo observaba como si su cuerpo fuera una entrada al paraíso. Movimiento arriba, movimiento abajo. Sus pupilas se dilataban cada vez que espiaba a Baekhyun cuando se duchaba. Deseaba tocarlo, deseaba que esa delicada mano fuera la suya. El mayor lo sabía, sabía que siempre tendría unos ojos deseosos que lo miraban con lujuria por detrás de la puerta del baño. Y aún así lo hacía, a propósito. “¡Me voy a duchar!” gritaba por toda la casa, sabía que así el radar de Chanyeol se encendía para seguirlo sigilosamente hacía el baño y quedarse día tras día acostumbrándose con solamente mirarlo. Ya era rutina, la rutina de ambos. Algo que sólo ellos dos sabían, pero a la vez no. Baekhyun no estaba al alcance de Chanyeol, o al menos eso pensaba él. Por eso el más pequeño sólo se conformaba con disfrutar de las vistas.